LA PRESENCIA DEL TIEMPO (Poema 337)
Llegué hasta aquí
A este silencio
Para escuchar la voz
Que habla de mí, por mí
Pero la claridad del sol
La hizo enmudecer
También los pájaros
Las flores, las abejas
Lo que tenía para decir
Huyó tan veloz,
Como una lagartija
Entonces el universo
Habló por si mismo.
Hay en todo un destello
Una chispa final
De un antiguo brillo
La nota perdida
De una canción
Que ya no se toca
Pero que jamás se olvida,
Así descubrimos
La presencia del tiempo
Su eternidad, su instante
Su transcurrir,
Que no escucha