Poco a poco, nos vamos arraigando En el dolor de la leña ardiendo, De ese árbol, que no murió de pie
Las llamas de la ambición y la codicia Ya están quemando el cielo ¿Dónde anidará nuestra risa Sin un lugar para el aire?
Todo alumbra en la ciudad Pero nada ilumina Todo enceguece Pero ya nada brilla
Poco importa, si la Tierra Es redonda o plana, Si la estamos aplastando Con todos en ella
Cada vez que un árbol Muere niño, El aire es más oscuro E incuba el llanto De la Madre primigenia
Hay palabras, quizás como semillas Y que algún día, tal vez Removerán la tierra De nuestras almas dormidas ¿Lucharemos al fin, contra el espanto?
¡ Qué no sea muy tarde! Cuando fusilen a las mariposas Por libar las flores De su propiedad privada, Cuando sequen el mar Para ponerle sal, a su ensalada.