LO QUE NO SE AJA (Poema343)
El mar traía a mi orilla
La luz mojada de sus ojos
¡ Qué sencilla era la tarde!
Como para acariciarle el pelo
Y recostarnos en la arena,
Todo estaba de nuestro lado
El sol, el viento, la lluvia...
Por la noche, nos alcanzaba
La luna como a dos enamorados,
Quizás, porque eso éramos.
Después la marea
Vino por lo suyo,
También se sumó el tiempo
¡Que no tiene poesia¡
Y hoy, todo cabe en el recuerdo
De una amarillenta
Tarjeta postal.
Pero aún extraño
Esa melancolía
En su mirada de ángel herido,
Es que hay algo de perpetuo
En lo fugaz, que no se aja
En el último cajón
