Cuando recibí la noticia De su adiós definitivo Fue como un rayo en el alba, Una saeta en el alma. Pero después oí su voz Como en un sueño Que me decía:" ¡No lloren! Aunque me vaya de aquí Me quedaré de algún modo En las historias, en los recuerdos En ese amor, que me dieron Y que di a manos llenas, A donde vaya, estaré soplando En la brisa, para ustedes Como quien sopla una herida Para aliviarlos. Y en las reuniones, Cuando se junten Quiero el cantar de sus risas Que ni los ángeles pueden imitar, Esa es la canción que siempre Querré escuchar" Después de oír esto Se estremeció mi corazón Fragante de ternura, Las nubes de mis ojos Se cargaron de nostalgia, No sé si desperté, pero llovió Llovió fuerte, llovió suave, Hasta que me invadió Una paz sencilla y luminosa Como su vida, Como la sonrisa de un niño Como la luz de los días que vendrán Alimentada, por los viejos Y los nuevos recuerdos Que ya estamos pergeñando En su nombre, Porque somos incurables En esto de celebrar la vida Hasta el final y más allá.
Cuando no hay nada que decir La palabra se derrite Se exprime se atormenta, No abriga, no consuela Y no suena convincente Desentona, desafina Como el agua, se hace nube Pero no se derrama, Es sólo un vapor Que tapa el sol, Aquella tarde Cuando quisimos hablar Sentimos eso, Las inclemencias del verbo, El tiempo imperativo El modo condicional El futuro imperpecto... Entonces como ya No conjugábamos, Nos ganó el silencio Hasta que fuimos pasado.
