El reflejo de tus ojos Tiene cielo, Los destellos de tu alma Son como un quasar, Me pregunto ¿Cómo he de verte Deslumbrado así?
El aroma de tu pelo Tiene viento, Tus momentos de silencio Saben mucho más, Me pregunto, si alguna vez Sabré callar, o qué decir
El sonido de tus pasos Viene lento, Y las caricias de tus manos Tienen alas, al fin Me pregunto ¿Cómo te podré seguir Caminando apurado Estrangulando palomas?
Te recuerdo, no eran mis versos Eras vos, dulce como los ojos Embadurnados de las abejas, Tierna, como las nubes Que atraviesan la tormenta
Recuerdo tu piel, tan blanca Como un olvido del sol, Tu mirada verde Un éxtasis de la hierba naciente, Y ese humor cítrico, tan tuyo Zurdazo de mujer, A la autocompasión
Recuerdo la tristeza de tu alma Contemplándome, Desde todas las esquinas Desamparada, Como una hoja en blanco
Nunca aprendí a hace barquitos Ni aviones, con un papel Y sólo atiné a escribir Te recuerdo...
¿Cómo olvidar tu nombre En una noche con estrellas?
Yo no quise borrarme, hermano Cuando no te miraba, Estaba adormecido Debajo de mi frente, Detrás de mis palabras Persiguiendo una sombra
Deslumbrado por la espuma No pude ver la ola, Mi ciego corazón Rodó por la playa, Quemado por el soplo De la nada
Volteado por el viento Que el rumor De la noche desampara, Mientras la peste Con que me duele el mundo, Siembra el terror Con un golpe de su espada
Ahora estoy despierto Con la boca y la nariz tapadas, Ni en el fondo del cielo Quedan pájaros en calma, Mis ojos al fin nacieron En medio de tanta muerte
Vestido con mi llanto Me arrodillo, Pero no me derrumbo Si te tiendo la mano Y me sostienes.
Una estampida de caballos desbocados Cruzó al galope por el mundo Un coágulo de la nada En nuestra frente, Polvareda de lo que fue Y se ha perdido
Llovieron piedras En todas las vidrieras del planeta, Ya no es posible Ordenar tanto desorden, Resurgir con urgencia De tanta ruina
Es tanta la angustia La tristeza, el llanto, Que ya le está doliendo Su dolor al hombre ¡Y no es una figura literaria!
Yo no sé como hacen mis hermanos Los sonreídos del alba, los desdichados Para hacerse amigos del sol y de la luna, Levantar las copas y las esperanzas Hasta que amanezca sobre el miedo
Como si todo lo que se perdió Volviera con las aves, en verano, Aún sabiendo que la noche Es tan oscura, Y que una estrella Se murió en sus brazos
Hay pétalos de amor Que el viento llevó Hasta el pasillo de los hospitales, Que curan, como el mejor doctor
Hay pétalos de amor Secándose en las plateas vacías, De cines y teatros de pueblo Y que son arte mayor
Cuando una noche cualquiera No es más que un ave negra, Yo te miro a los ojos profundos Como si fuese a llorar
Tiemblan mis manos y mi voz, Cada vez que la saeta Hace centro en mi pecho Y desparramo, pétalos de amor
Entonces, chorrean las estrellas Una luz fosforescente, un resplandor, Como ese brillo que queda en la mirada Después de hacer el amor
Que no son necesarias las armas, Para derrotar al hombre Ni para darle valor, En tu jardín, en tu balcón En tu avenida, en tu desierto En tu osadía, en tu prisión ¡ Hay pétalos de amor !
Tengo el cuaderno sobre la mesa El dedo índice sobre la sien Como si estuviera pensando, Me distraen, un pájaro en la ventana (¿qué hace a esta hora?) Un vecino que grita, El calor de esta noche de verano. Más que la luz de la farola, Me deslumbra el blanco de la hoja Entonces te invoco ¡ Ya ni sé, lo que iba a escribir! Dame una señal, Nada más te pido una palabra Un salvavidas, que estoy anclado Ya es de madrugada, Y la única inspiración que conozco Es el aire que aspiro Y que me llena de preguntas.
Debes siempre querer Sin dejar de querer Y seguir queriendo siempre Tal vez así ¡ más te quisiera! Pese al no querer, querer Aún sin querer, te quieran.
La última luciérnaga Ilumina el sueño De los postergados, Se acomodan, se acurrucan Como osamentas de palomas Olvidadas en la plaza, En esos bancos de piedra Iguales a los otros bancos, Cerrados a la angustia, Donde la vida es muy corta Pero las noches ¡tan largas! En el vino rojo, se ha cuajado la sangre La botella, está vacía y rota Como sus vidas, duras De sólo durar; Por eso, en silencio, lloran, Sobre tanta inútil hermosura, Sobre las entrañas de metal De esta ciudad que los ignora.
