NO HAY NADIE QUE ESCUCHE (Poema 22)
Una luz sin párpados
Encandila el descarnado
Sin sentido virtual,
La realidad es una roca
Que hunde mi alma encadenada
Entre los resquicios
Del ruido y la vorágine
Los disfraces de fingida alegría
¡ No hay nadie que escuche!
Versos inauditos, cadáveres insepultos
Pudriéndose al aire, íconos del vacío
En este desamparo cósmico
Un ratón le da la mano a mi tristeza
Mientras clava su flecha
Hasta el fondo del espejismo,
Telarañas cubren la pantalla
Con el tedio de un final anunciado
Inexorable se yergue la soledad,
En mis húmedas tierras filosofales,
Formas sombrías, resbalando
Por el sexo de la noche
Un ramo de brazos extendidos
Arde entre los fuegos fatuos
Y por las grietas de mis ojos,
Resecos de no parpadear
Se levanta la furiosa soledad
Como un desnudo monumento
No estás aquí, no estoy allí
¡ La vida está en otra parte !
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